viernes, 27 de julio de 2012

Las dos Españas

Fuente: El País
El mito de las dos Españas renace de nuevo con otra orientación. Gira 90º el eje vertical de la izquierda y la derecha para colocarse en el crudo horizontal separador. El sur y el norte están otra vez más distanciados. Si la recomposición postfranquista del Estado hacia las autonomías consiguió de alguna manera reducir la diferencias económicas entre ambos, la crisis está devolviendo la realidad a los datos anteriores a los ochenta.

Los datos del paro de hoy demuestran que, aunque la situación sea dificíl para todos los territorios, el norte sigue aguantando mejor el desempleo y todas las coomunidades más arriba de Madrid están por debajo de la media. El sur, por contra, mantiene estructuras económicas inestables y deficientes que se diluyen rápidamente cuando hay el mínimo atisbo de recesión. Y en la que estamos ahora no es precisamente pequeña.

Este aumento de las diferencias no sólo tienen efectos sociales evidentes, sino también en el plano institucional. Con datos así, la idea de la solidaridad interterritorial se hace cada vez más insostenible. Los ricos quieren seguir siendo más ricos -sobre todo ahora que ven en peligro su estatus-, y los pobres quieren seguir teniendo ayuda para no terminar aún peor. Ya hemos visto que los debates de estas semanas en torno a la liquidez de las administraciones autonómicas (que no coincide necesariamente con los datos macroeconómicos), tienen como trasfondo al modelo autonómico en sí. Además, aunque ya viniera de antes, también se acrecienta la cuestión de las aspiraciones fiscales propias de Cataluña, quien quiere acabar con su déficit de inversiones.

La historia sur-norte da para mucho. Extrapolando a casi todos los contextos ocurre la misma dicotomía. Hoy lo vemos también en la furia que han levantado en Alemania la 'bondad' de las palabras del presidente del BCE, Mario Draghi que han dado un respiro a la bolsa y prima de riesgo españolas. Las cabeceras alemanas se ceban con lo que para ellos es un error: no se debe beneficiar a los torpes, vagos y desobedientes países del sur (europeo).

La teoría que rula por España para dejar de subvencionar (o mamandurriar como diría Esperanza Aguirre) a las comunidades del sur también van en esa línea. Y dejando claro que, por supuesto, lo necesario es combatir los problemas estructurales y endémicos de economías como la andaluza más que darles limosna, es peligroso que se descuelgue la idea de la solidaridad para construir Estado. Porque finalmente en quien repercuten estas cuestiones es en los ciudadanos, los territorios no son más que nombres. Y en los hechos, muestran objetivamente que los ciudadanos del sur viven peor.

Seguir por la senda de la desigualdad difícilmente va a conseguir una sociedad más capacitada para salir de la crisis. Es necesario que la financiación de las comunidades se ajuste a las necesidades que tienen, basadas en costear el Estado del Bienestar. Cataluña recibe menos dinero de Madrid, pero costear su propio Estado del Bienestar es más barato, porque sus ciudadanos lo necesitan menos. Además, los fundamentos liberales que sostienen al partido que gobierna allí, están en contra de intervenir en economía y de gastar en servicios sociales, por lo que no debería demostrar tanta insistencia en reducir el déficit fiscal con la excusa de que lo necesitan para costear sus servicios porque sencillamente, no es cierto. CiU esconde, como la derecha española, su ideología ante la premura de la crisis (y su dependencia con España) para decir que los recortes que hace no tienen otra alternativa, cuando en realidad, forman parte de su proyecto político.

miércoles, 25 de julio de 2012

Dret a decidir


Ha pasado. La Generalitat de Cataluña se sumó ayer a la solicitud de rescate autonómico a falta de horas para el pleno monográfico de hoy en el Parlament donde se han concretado las líneas del pacte fiscal. Al mismo tiempo que CiU apuesta por el concierto económico basado en una hacienda propia, el ejecutivo de Mas justifica que el Fondo de Liquidez Autonómico es la única solución que tiene el govern para hacer frente a sus deudas en los próximos meses. Esto mal que le pese a CiU, crea una relación de dependencia con España que le coloca de nuevo en una encrucijada de (más) ambigüedad en torno al soberanismo.

El govern predica por un lado la necesidad de salir –fiscalmente al menos- de España para combatir la crisis. Mientras, se tiene que esforzar en asegurar que lo que ellos consideran una simple ayuda al estilo Rajoy, no irá acompañada de nuevas condiciones porque en materia de recortes, ya se sabe que tienen hechos los deberes.

Pero, ¿cómo pueden demostrarlo? El BOE del sábado 14 de julio lo deja bien claro: 
La Comunidad Autónoma se someterá a los principios de prudencia financiera que se fijen por Resolución de la Secretaría General del Tesoro (...) No podrán realizar operaciones instrumentadas en valores ni operaciones de crédito en el extranjero, salvo previa autorización expresa" (...) si  se considera necesario, [la Comunidad Autónoma] tendrá que "Sujetarse a la supervisión por parte del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas de la adopción y ejecución de las medidas previstas en el plan de ajuste”. 

Por mucho que la Generalitat ya esté, por decisión propia, en su 4º o 5º fase de retallades y cuente con un plan propio de cumplimiento de déficit, existe una diferencia formal: ahora seguirá haciendo lo mismo –retallar-, pero bajo vigilancia. Y esto es una pérdida de soberanía en un plano teórico, se mire por donde se mire.

Además, como ejemplo tenemos el antecedente del gobierno central, quien dijo que no habría condiciones macroeconómicas para recibir su “línea de crédito” europea de 100.000 millones de euros, y sólo unas semanas más tarde, tuvo que aprobar una subida del IVA, eliminó la paga extra de Navidad a los empleados públicos y redujo el subsidio por desempleo.

¿Con qué credibilidad cuenta Artur Mas para insistir en que no pasará lo mismo en su govern? Ya anoche en alguna prensa internacional, lo ponían en cuestión. Situando la mirada lejos de los fanatismos de la derecha mediática de Madrid, para el nacionalismo catalán es un error obviar lo que supone este rescate. La escasa trascendencia que algunos medios catalanes, públicos y privados están dando al asunto siguiendo la línea de la Generalitat, encamina al mismo error en el que cae CiU: confundir a los catalanes.

Los argumentos económicos como excusa para desligarse de la crisis son cuestionables, como explica Xavier Vidal en su columna. Además, aunque se llegue al consenso de que el déficit fiscal de Cataluña se debe solucionar, no es lícito confundir una cuestión sentimental –el dret a decidir, el som nació-, con el elemento cívico: la soberanía, que consiste básicamente en poder tomar decisiones libremente, sin vigilancia. Ceder en lo segundo por lo primero es, a todas luces un engaño, porque lo que hace verdaderamente autónomos a los catalanes es poder tomar decisiones en su Parlament sin que nadie las condicione, como dice el decreto del BOE al que se acogen. Se está mucho más cerca de la independencia con instituciones propias y libres que con cualquier otra cosa.

martes, 24 de julio de 2012

Otro último adiós


Esta mañana se ha anunciado el fallecimiento de uno de los "padres de la Constitución", Gregorio Peces Barba. Figura además del mundo académico y político, el histórico jurista socialista fue un firme defensor de los derechos LGTB y apoyó la regulación del matrimonio igualitario. Por este motivo y probablemente sin más fundamento que el del rumor, fue centro de comentarios sobre su orientación sexual en la red, que hoy se han vuelto a reactivar con la noticia de su muerte.

La ausencia a referencias sobre su vida personal en la mayoría de semblanzas que aparecen en los diarios, levanta la duda sobre si la identidad de su actual pareja se oculta por voluntad propia o por ser una persona de su mismo sexo, cuando en ocasiones similares en que se trata de una relación heterosexual, la viuda de un hombre relevante sí sería de algún modo visibilizada por los medios.

Pero más allá de la veracidad discutible de estos rumores, y sin querer contribuir a alimentarlos, la cuestión nos lleva a una reflexión genérica. En el caso de ser cierta, ¿es discutible la opción de ‘permanecer en el anonimato’ por parte de la pareja del mismo sexo de una figura pública?

Por supuesto, el ámbito privado de una persona no debe ser en ningún momento el hecho más destacable de su figura, ni debería ser el motivo de su reconocimiento o no. Y también con rotundidad, la decisión de permanecer en silencio por parte de su pareja, sería siempre respetable. Pero cabe preguntarse si verdaderamente ésta es una opción tomada libremente, sobre todo cuando se trata de una pareja de su mismo sexo y además, con una cierta edad.

Probablemente, el hecho de que una persona elija renunciar a parte de su identidad como “pareja de-“, por voluntad propia, es más que cuestionable. Seguramente responde más a una presión social que viene condicionada por dos elementos: existir relevancia social y ser homosexual, que es lo denunciable públicamente en este caso.

No se trata tanto de que la “pareja de-“, pueda acudir o no a los posibles actos protocolarios que se hicieran para honrar al difunto, sino de la posibilidad simplemente de ser representado, o nombrado con normalidad en los medios de comunicación.

La necesidad de que personajes públicos expresen abiertamente su condición LGTB no está en el morbo por sus asuntos privados, sino en el ejemplo que pueden suponer para favorecer los derechos de muchas personas. Cuando la sociedad ve que se da por válida esta opción en representantes de instituciones importantes, es más probable que se llegue a una situación de normalización real porque también la sociedad lo da por válido. España ya dio un salto de gigante con el hecho de que el Estado normalice esta situación con el matrimonio igualitario. Otro paso sería que los que conforman el propio Estado además, lo ejemplifiquen.

sábado, 21 de julio de 2012

"Que nadie nos robe nuestra juventud, por favor"

La prima de riesgo se desboca en otra "semana clave para nuestra economía". El relato ya nos suena, lo hemos escuchado otras veces. En los últimos meses el número de "semanas clave" se ha ido incrementando hasta llegar a un nivel de alarma que, en realidad, nunca parece suficiente. Siempre se supera.

---612 puntos---

La presión política se acrecienta vía mercado y vía calle, y el Gobierno no aparenta (o no quiere aparentar) mucho nerviosismo. Mientras, el relato de los medios sosbre la crisis está hundiendo los ánimos de los ciudadanos y el 'espíritu' social roza la resignación más absoluta.

Y en este clima, muchos estamos dando el salto de nuestra vida. Abandonar la vida académica donde todo está concretado en un periodo estricto, -entre septiembre y junio- parece cuanto menos, agobiante. A partir de ahora los ritmos no están fijados, no sabemos por dónde se empieza ni cuándo se acaba. Hasta ahora, las consecuencias de nuestro esfuerzo (o falta de-), eran casi inmediatas. Cuestión de meses. Y eso ya no va a ser así.

No hay ni que hablar de las expectativas laborales en España. Damos un salto un poco hacia la nada, sin saber qué va a ser de nosotros. Es verdad que en otras épocas tampoco uno sabía seguro qué iba a ser de su vida al terminar la carrera, pero entonces había un mínimo de garantías que ahora han desaparecido.

Muchos están haciendo las maletas para irse muy lejos. Yo por mi parte, no lo descarto a largo plazo. Pero de momento he escogido Madrid como animal de compañía.

Por supuesto, no creo en absoluto que la solución sea el desánimo. Que nadie nos robe nuestra juventud, por favor. No voy a cansarme de intentar conseguir llegar a lo que quiero, e intentar hacer lo que me gusta. Me tranquiliza al menos saberlo. Porque muchos andan tan perdidos que ni siquiera saben qué quieren.

Le pido a todo el mundo que deje de creer que no hay nada que hacer. Que se dejen de ahogar ilusiones ajenas con el cuento de que está todo perdido. No nos creamos más la pantomima de la caída de los relatos, que aunque no haga falta ahora derribar ningún telón de acero, hay mucho por lo que moverse. Empezando por nosotros mismos.

Que dejen de retratarnos -a los jóvenes-, sin ganas de hacer nada. Y que dejemos de pensarlo los propios protagonistas.

...

Enrique Vila-Matas se ríe de todo esto en su última novela Aire de Dylan, donde, entre otras cosas, critica el postmodernismo a través de los personajes Vilnius y Débora. 
Lancastre, en su autobiografía, iba a aparecer como el hombre  que tuvo el extraño mérito de reunir en él mismo todos los tópicos de la vocación de innovación más recalcitrante. Como hombre del pasado, como el paradigma del escritor de un tiempo de vanguardismos funestos. Como alguien que muy pronto pasó a la vitrina de las antiguallas para que el futuro pudiera ser diferente, para que el futuro pudiera pertenecer a gente como Débora y Vilnius, una pareja que parecía vivir en el feliz vértigo del fracaso que se ocultaba en cada uno de los muchos proyectos que tenían para el porvenir, proyectos básicamente pensados para acabar no haciendo nada, que era donde intuían que burlarían al fracaso, que llevaba ya demasiados años rondando a los dos (y al arte en general).
Se proponían pues en realidad no hacer nada, situarse en ese punto de mira escéptico en el que no ignoraban que habían terminado por instalarse en los últimos años contados sabios de la generación de Lancastre. Tras el largo recorrido de toda una vida, éstos sabían que el mundo rodaba ya decididamente sin freno y sin sentido, perdido y sin futuro, más estúpido que nunca, en manos de unas élites políticas y económicas podridas de inmoralidad y avaricia.
Se preguntaban Vilnius y Débora si por casualidad les obligaba alguien a tener que soportar, como los jóvenes de todas las generaciones anteriores, los agobios terrenales, de los que ya hablaba Hamlet en su célebre monólogo. ¿Acaso les obligaba alguien a tener que soportar «las injurias  de este mundo, el desmán del tirano, la afrenta del soberbio, la tardanza de la ley, los insultos que sufre la paciencia»?
Ante esto, Débora y Vilnius se preguntaban qué sentido podía tener dedicarse toda la vida a mirar hacia otro lado para al final llegar a la misma conclusión que, de viejos, habían llegado los más lúcidos de todas las generaciones anteriores a la suya.
Pensaban que lo mejor sería adquirir de golpe el punto de vista de los que de viejos llegaron a sabios escépticos y ahorrarse falsas expectativas juveniles, pues cada día iba a hacerse más evidente en el mundo lo inútil que iba a ser esforzarse en mejorarlo cuando éste rodaba ya descerebrado hacia un final de copas envenenadas.
-Llámame Cero -imaginó Vilnius que le decía a Débora en mitad de la noche.
Era tal el desánimo que provocaba el caos del mundo que les parecía que lo mejor era apartarse, no colaborar en nada.
De vez en cuando, en la luz nocturna, Vilnuis imaginaba monstruos, de los que tenía que escapar y también futuros diálogos.
-¿Así se pasan ustedes el día con los brazos cruzados?
-¿Y qué quiere que hagamos? No tenemos ideas.
-¿Ninguna, señor Cero?

viernes, 20 de julio de 2012

La mayoría arrolladora


El anuncio de la Generalitat Valenciana de solicitar su propio rescate financiero al Gobierno central dibuja las líneas de un nuevo escenario político. El mecanismo que ideó Montoro la semana pasada, supone mucho más que un nuevo sistema de financiación de urgencia en momentos delicados. Es un vuelco en el modelo de Estado que ha tomado por su parte el Gobierno de Rajoy, sin consultar con nadie más.

El ejecutivo del PP pretende para las comunidades la misma suerte de condiciones y exigencias que tiene Europa con España, tratando el tema envuelto en un halo de ensañamiento y resentimiento. La exigencia de las “nuevas condiciones” que la Generalitat tendría que tomar según Montoro, para obtener la financiación que aún no está cuantificada, supone otro grado importante de pérdida de soberanía para el País Valencià,

No es una cuestión sólo de fondo, de medidas o recortes en sí mismo. A eso ya están sometidos, por desgracia, los valencianos y el resto de ciudadanos del Estado. También es un problema de formas, de modelos. Al rescate se le incluye la escenografía macabra de las intervenciones más funestas, con hombres de negro incluidos. El territorio rescatado no sólo queda marcado con un estigma político de descontrol institucional, sino con la pérdida del valor que tanto costó alcanzar durante años en el proceso autonómico de la transición.

La derecha, se ha vuelto a adueñar de ese proceso invirtiéndolo en un momento clave, e introduciendo la posibilidad de dejar a las autonomías sin su razón de ser. El problema no es tanto que lo piense, porque en realidad forma parte de su ideología. El PP siempre estuvo en contra del Estado de las Autonomías, y sólo se ha sumado al carro cuando ha contemplado la posibilidad de obtener más poder.

La cuestión es que este cambio de la concepción de Estado, aparte de ser prácticamente inconstitucional, es otro golpe de déficit democrático al estilo de los que venimos viviendo en los últimos tiempos -la ‘reforma express’ de la Constitución en agosto pasado, es otro ejemplo-. Y la suma de todos ellos, puede llevar un descrédito social aún mayor.

La decisión de adoptar este mecanismo para las CCAA está tomada por un único partido, que aunque tenga la mayoría absoluta, no puede erigirse en dueño de nada. La forma de España no es patrimonio exclusivo del PP, por mucho que gobierne democráticamente en la mayoría de las instituciones. Idear este sistema costó muchos años de diálogo y esfuerzos de consenso entre todas las fuerzas políticas, con más o menos literatura de por medio, y con resultados por supuesto, siempre discutibles. Pero que el modelo sea cuestionable no permite a ningún partido político modificarlo a su antojo sin contar con nadie más.

Si vaciamos de sentido de un golpe a las autonomías, el resultado para los ciudadanos es el de siempre: “¿para qué sirve ir a votar a las regionales, si las decisiones las van a tomar en Madrid?”. “¿para qué sirve ir a votar en las nacionales si las decisiones las van a tomar en Bruselas/Berlín?”. Si no somos capaces de ofrecer la respuesta a estas preguntas, si le quitamos el sentido a todo el sistema democrático, -insisto, con todas las críticas que pueda tener-, le estamos dando alas a los ciudadanos para que deleguen su soberanía en manos de la desesperación. Y ya sabemos cómo salió ese experimento.

miércoles, 18 de julio de 2012

La Catedral del tapeo


Los clichés y los estereotipos tienen cada día más vigencia a pesar del acceso sin límites al conocimiento que prestan las tecnologías de la información. Los medios de comunicación y la publicidad en concreto, juegan un papel importante en este sentido. Un ejemplo de ello es el caso andaluz, donde sobrevuelan los mitos eternos usados como reclamo, que al final terminan calando desde los ámbitos más populares hasta los más institucionales.Parlamentoandaluz.es no es la web del Parlamento de Andalucía, sino la de una franquicia de bares de Murcia que tiene el mismo nombre que la Cámara andaluza. Entre los puntos fuertes de su carta están bocadillos como el 'tránsfuga' o el 'parlamentario', entre otras tapas.Más allá de que la web tiene un diseño bonito y probablemente inocente, detrás de la idea que proyecta esta franquicia se esconde una simplificación que a la larga sí puede ser más peligrosa. La voluntad del impulsor es ser fiel a las "auténticas fuentes y cunas de la cultura andaluza", lo cual ya es de por sí discutible. Pero lo que se entiende por cultura generalmente puede ser considerado un concepto muy amplio que, queda de alguna manera, exento de valoración. La cuestión es que al relacionar lo que personalmente se entiende por cultura andaluza, con una institución como ésta, se cae en una frivolidad grave. Y el descrédito de la ciudadanía en las instituciones –sobre todo las relacionadas con las formas de democracia-, puede llegar a situaciones indeseadas. En la historia hay ejemplos más que demostrados.En un momento de crisis como éste, donde la gestión de éstas instituciones ha sido indudablemente equivocada, es necesaria la búsqueda de una renovación colectiva que vaya en una dirección positiva, de hecho, es lo que está demandando la calle, a través de movimientos como el 15M.Aunque sólo se trate de un bar, un negocio aparentemente honesto, el Parlamento de Andalucía debería cuidarse de ser confundido con una franquicia de bocadillos graciosos. El problema está en que si la propia institución no logra desvincularse del cliché más rancio, probablemente nunca lo van a conseguir los andaluces por sí mismos.El Parlamento de Andalucía, -tenga resultados más discutibles o menos en su trayectoria política-, es la única entidad que representa a nivel legal, jurídico y a todas luces práctico, la identidad andaluza. Lo que diferencia a los andaluces de los riojanos, por ejemplo, no es consumir más gazpacho o escuchar flamenco, sino que las decisiones que más le afectan en su día a día se tomen en esa institución y no en otra. Su soberanía (más o menos discutiblemente representada) está en esa institución y quizá no es aconsejable frivolizar con ella, sobre todo con la que está cayendo.Que un bar de bocadillos decida ponerse el nombre de la máxima institución que representa la autonomía andaluza para resultar gracioso o atractivo no tiene por qué resultar ofensivo en sí mismo. Pero la cuestión es que para ser gracioso, tenga que adoptar el nombre del Parlamento andaluz y no el de otro territorio. Ése es el problema y el que debería obligar a reflexionar, e incluso tomar medidas.