lunes, 26 de noviembre de 2012

Incògnita

Tras el batacazo de Artur Mas en las urnas y los múltiples análisis que se pueden hacer de los resultados de ayer, aún queda una reflexión pendiente con respecto a CiU: el futuro del partido.

Sin entrar en si el soberanismo gana o pierde, muchos se preguntaban anoche cómo afectará el resultado de la apuesta que ha hecho el president Mas a su relación con Unió, por extensión, con Duran i Lleida. También su permanencia como fuerza hegemónica en Catalunya. Porque, si la coalición pretende seguir adelante con el proyecto de Estado propio, como parece ser, y necesitando el soporte de ERC, ¿no preferirán los catalanes en el futuro el discuro más claro que ofrece el académico Junqueras al de Mas? CiU con este imprevisto resultado se coloca en una encrucijada difícil para su supervivencia. Al menos para su supervivencia como fuerza mayoritaria.

Con este batacazo se demuestra que lo que le daba mayorías era la posición conservadora del pactismo con España, el juego histórico a 'la puta i la ramoneta'. Salirse del guión le ha costado bastante caro, porque parece que los catalanes que confían en un futuro independiente prefieren a una formación que lo ha defendido siempre, no como CiU. O por lo menos no prefieren a una sola formación, si no a varias.

Su probable pacto de gobierno con ERC para gobernar va a estar condicionado, como ya ha anunciado Junqueras, a profundizar en el soberanismo, algo que de cara a 2016, puede beneficiar más a ERC que a CiU. Pero el President no sólo va a estar presionado por ese lado, también por el contrario. Para el gobierno del día a día, Mas no va a tener  más remedio que ceder indirectamenrte a los postulados que le proponga el PP desde Madrid, ya que los préstamos del FLA, no se hacen sin condiciones. Es decir, va a tener que seguir recortando, lo que le ha llevado a perder votos en favor de la izquierda. Si Junqueras le pide una agenda más social a CiU para pactar, muy difícilmente la va a poder cumplir con una asfixia financiera tan grande en la Generalitat. Y si le piden más soberanismo y él cede, será Junqueras quien se pueda llevar más el gato al agua en una hipotética Catalunya plenamente independentista.

Por lo tanto, ¿qué cabe esperar del CiU del futuro? Se mueva hacia donde se mueva parece que perderá influencia, porque si vuelve a la moderación como le piden desde Madrid puede defraudar a muchos votantes soberanistas y si avanza en el independentismo, puede regalarle más votos a Junqueras. La cuestión es que en esta encrucijada se ha colocado él solito y tiene pocos puntos a su favor.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Cosas de la política


La comisión de investigación sobre el caso de los ERE en el Parlamento de Andalucía se cerró ayer sin un acuerdo entre los partidos para señalar responsabilidades, más que en los cargos de mínimo nivel. La falta de acuerdo entre los tres grupos de la cámara pone aún más en evidencia la poca destreza política que viene acusando a Andalucía en concreto y el Estado en general. Las decisiones de este tipo son las que alimentan los fenómenos tipo ‘rodea el Congreso’ o ‘rodea el Parlamento’ que cuestionan la legitimidad de la soberanía que se supone regentan estas instituciones. El desapego hacia la política no puede hacer más que crecer después de situaciones como ésta.

La lectura que hacen cada uno de los tres partidos es obviamente, auto-exculpatoria, pero la cuestión es que cada uno se lleva su parte de responsabilidad en el fracaso. 

El Partido Popular andaluz no puede haber manoseado de peor manera el legítimo derecho de conocer la verdad de lo que pasó en el reparto de las ayudas. Con sus expectativas puestas en San Telmo, nunca se ha bajado de la tesis exagerada que otorgaba a Griñán y Chaves la máxima responsabilidad en el ejercicio fraudulento, cuando las funciones en una administración como la andaluza, están bastante claras. Orquestó una campaña mediática –algo que se le da muy bien y que está muy de actualidad ahora en Cataluña-, que le llevó a bascular de un extremo a otro en el momento en que no consiguió gobernar. Del ‘a por todas’ en sus exigencias de entonces y en las conclusiones de la comisión, al ‘nada’ pactado a modo de rabieta. Esto da que pensar: ¿Su intención era sólo ir a por Griñán o querían conocer la verdad? ¿Será que, viendo ya que no va a presidir la Junta, le da lo mismo cerrar la comisión en falso?

Desde luego, es un movimiento que, a nivel de estrategia política es difícil de entender. El caso de los ERE le ha servido al PP en gran parte para ganar, por primera vez en la historia de la democracia, sus primeras elecciones en Andalucía. ¿Cómo deja pasar esta oportunidad de oposición tan evidente al PSOE? ¿No hubiera ejercido mejor su papel de control del poder que le corresponde, si hubiese llegado a un acuerdo razonable con IU? Desde la sorpresa de las elecciones, el PP en Andalucía se comporta como una suerte de partido acomplejado que, sin la figura de Arenas, no termina de encontrar su rumbo. Sólo desvía su queja por todo hacia el pacto de gobierno y llega a defender posiciones que rozan la esquizofrenia criticando recortes en los presupuestos de la Junta al mismo tiempo que defiende las ‘reformas’ de Rajoy en el Gobierno Central.

Es entendible que el PP no quiera ceder protagonismo a IU cuando está en contra de lo que denomina como ‘bipartito perdedor’, pero las responsabilidades a las que apunta la federación de izquierdas en el dictamen inicial son mucho más altas e interesantes que a las que se han acogido finalmente. ¿Por qué renuncia a ellas? Con esto sólo consigue, por una parte, que no se haya depurado una responsabilidad política real, lo cual también es función suya como representante de los ciudadanos que le votaron, recordemos, mayoritariamente. Y por otra, hace que Griñán siga sin tener a nadie que le tosa en el Parlamento, atreviéndose a postularse incluso, como el salvador del PSOE.

Izquierda Unida por su parte, ha podido actuar con cierto miedo a que su beligerancia en la comisión desembocase en una ruptura del pacto en el que está gobernando. Pero esto tiene una doble lectura porque en realidad, si no fuese por el pacto, la comisión no se hubiese podido crear. La intención era positiva, pero los resultados dejan mucho que desear.

Lo que queda es una situación rocambolesca. El PSOE de Andalucía que, en contra de lo que le ocurre en el resto del Estado, se encuentra en su máximo apogeo, sale airoso del asunto. Cosas de la política. Siendo el partido más castigado en las elecciones, ha conseguido reforzar su influencia. ¿De verdad esta es la voluntad de los ciudadanos?

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Problemón


En un desayuno informativo, esta mañana José Antonio Griñán ha dicho que él es pactista por naturaleza. El presidente andaluz y del PSOE viene a decir que el partido no tiene un problema de ideas, y que su papel tiene que ir encaminado a protagonizar grandes pactos sobre los problemas actuales.

Ante los recientes descalabros del PSOE y la incertidumbre que sembró su ambigüedad a la hora de cuestionar el liderazgo de Rubalcaba, el protagonismo de Griñán está sirviéndole de escaparate para ofrecer una serie de mensajes, a modo de ‘rumbo a seguir’ para el partido, pero sin interferir mucho (pactadamente hasta las elecciones catalanas) en el trabajo del secretario general, Rubalcaba.

La cuestión es que estos mensajes, envían una imagen de desconcierto también desde la posible vía crítica o alternativa que él pueda representar. A parte de que, como ya hemos visto, su liderazgo competidor dentro del PSOE, le viene por el hecho de no tener oposición en Andalucía, y no por demostrar una gestión excesivamente brillante.

El gran error que lleva a este citado desconcierto, es en primer lugar, no reconocer los fallos propios. Decir que el PSOE no tiene problemas de ideas, cuando ha tenido que cambiar su postura sobre qué hacer con los desahucios sólo 10 meses después de que, estando en el Gobierno y pudiendo haber tomado alguna medida, no lo hiciera, ya es un problema de ideas en sí.

Además, pretender volver a estar presente en las decisiones políticas a base de pactos, y acuerdos cerrados (con el PP, se entiende) arroja un déficit de cultura democrática que no casa con la supuesta regeneración que pretende plantear. Los pactos pueden servir en momentos puntuales pero, ¿no será más lógico pretender solucionar los problemas entre todos (los partidos, ciudadanos, etc) antes que entre el PSOE y el PP como da a entender Griñán? ¿Pactos de salón sobre el modelo territorial? ¿No habría que consultar a la gente? ¿No será más útil para un partido que pretende liderar la izquierda defender de verdad el Estado del Bienestar antes que intentar pactar con la derecha sobre algo en lo que ella no cree? ¿A qué acuerdo sobre el modelo territorial y la intención de cambiar la Constitución van a llegar con un partido (el PP) que nunca ha creído en el Estado de las Autonomías?

Por la vía del pacto con la derecha, al PSOE (y a los derechos sociales sobre todo) no le ha ido muy bien. Entonces, ¿a qué clase de suicidio juega?

Cuando un partido socialdemócrata con responsabilidad reciente de gobierno, permite que sea un partido de derechas el que llegue a adoptar medidas ‘sociales/populares’ como la de los desahucios o la Ley de Transparencia, no es que tenga un problema de ideas, es que tiene un problemón.