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En medio de esta guerra de resoluciones judiciales y administrativas lo que
subyace es el debate de si se debe financiar con dinero del contribuyente un
modelo educativo que no contempla algunos de los grandes principios básicos, no
ya en el consenso constitucional, si no también del funcionamiento habitual de
la vida pública y social como son la igualdad de oportunidades y de género.
Los defensores de la educación diferenciada nunca dejan de repetir las
ventajas académicas que ofrece el aprendizaje por separado, justificándose con
informes, estudios y éxitos de resultados en otros países. La cuestión está en
que hacen una lectura reduccionista del sistema educativo, eliminando el
componente socializador que tiene.
En la escuela, los niños no sólo adquieren
conocimientos, si no que aprenden a desenvolverse en la vida pública y a
convivir en sociedad. Por eso, pensar que es mejor que ganen en
rendimiento académico para perder en convivencia supone en el mejor de los
casos minusvalorar el fundamento de igualdad al creer que esa parcela de la
educación se puede recibir en casa, o en el peor de ellos, que directamente no se
entiende como algo necesario.
En el primero de los casos se incurre en un error de partida, que es pensar
que en todas las casas a los niños se les va a educar en igualdad. En muchas
puede que sí, y a lo mejor sí pueden permitirse eliminar ese aprendizaje de las
horas lectivas en la escuela. Pero por desgracia en muchas de ellas, incluso se
podría decir que en la mayoría, los padres no se molestan en educar a sus hijos
en igualdad, por diferentes motivos sociales, culturales y económicos. Por eso
la educación pública tiene que ofrecer un modelo capaz de garantizar ese
aprendizaje a los que en casa no lo puedan tener.
El fundamento más básico de
lo público es ofrecer un servicio a todos por igual para que los que no lo
puedan tener por sí mismos lo disfruten, con independencia de su condición
social, cultural o económica. En el caso de que ese servicio esté garantizado y
no sea necesaria su intervención, el Estado sí se podrá permitir amparar con
dinero público otros modelos diferentes, y entonces tener la oportunidad de
elegir. Pero esa situación está muy lejos de producirse a la vista del alto
índice de violencia machista de este país, de la alta diferencia de salarios
entre hombres y mujeres y de otros indicadores similares. Esto no quiere decir
que el modelo que proponen no tenga cabida, pero sí que no se puede financiar
con dinero público mientras sea tan necesario el amparo y el apoyo del modelo
igualitario. Precisamente en momentos en los que cada céntimo de gasto tiene
que ser revisado, se debería primar la opción más necesitada. Y precisamente la
educación pública, por el número y el tipo de personas a los que atiende,
necesita de más recursos que la concertada.
Luego está el segundo de los casos en defensa del modelo diferenciador, el
que no entiende la necesidad de igualdad en la educación directamente. Este
está yendo en contra de lo que la
Ley , hecha con el consenso de la mayoría política entiende
que debe ser la educación pública. Y en este entendimiento, actualmente se
incluye el valor de la igualdad, tanto en la LOE estatal, como en la LEA , andaluza. Por lo tanto,
hasta que la ley cambie (cosa que van a conseguir en breve), ¿No es un
despropósito que no se cumpla la
Ley , ratificada por sentencias del Tribunal Supremo y se
subvencione un modelo que no se ajusta a ella?
Por desgracia la decisión de la
Junta ha llegado bastante tarde, porque todo apunta a que
finalmente los contribuyentes seguirán teniendo que sufragar, mientras se
recorta en otros servicios sociales, colegios donde se fomenta el sexismo.
Aunque también es verdad que lo ha intentado otras veces y no ha sido hasta que
ha tenido el apoyo jurídico que lo ha podido hacer.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. La educación diferenciada no tiene lógica porque la sociedad no está diferenciada. La educación te prepara para la vida y en la vida, en tu familia, en tu potencial futuro trabajo, en todo, vas a tener que relacionarte con el otro sexo. Creo que el sistema de educación diferenciada puede llevar a una minusvalía en el trato con el otro género, y podemos seguir con todas esas leyendas urbanas que algo tienen de fundamento (en sus relaciones adultas con el otro sexo) de lo que les pasa después a las niñas que estudian en colegios de monjas femeninos o a los niños que estudian en colegios de curas masculinos. Desde luego el Estado no debe fomentarlo y mucho menos financiarlo.
ResponderEliminarEs que es una oportunidad tan buena para aprender en igualdad que no se debe desaprovechar. Probablemente sea verdad que estando separados, en ciertas edades, haya un rendimiento académico mejor. Pero no compensa por la carencia en la formación cívica tan importante como la académica. ¿de qué le sirve a una persona tener muy buenos resultados académicos pero tener tan nulas aptitudes sociales que no los puede aplicar en su día a día? Está claro que como sociedad no nos lo podemos permitir. Y menos con dinero de todos.
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